El Verdadero Valor del Dinero: Reflexiones sobre la Avaricia y la Generosidad
¿Se
puede vivir bien sin necesidad de ser avaro? ¿Para que guardamos el dinero?,
para prevenir un futuro, que por cierto, nunca sabemos cómo va a llegar, si es
que llega. ¿Queremos el dinero para heredarlo a nuestros hijos?, no sería mejor
heredarles buenos recuerdos. Finalmente cuando llega la muerte ese dinero que
atesoramos no nos lo podemos llevar y probablemente se convierta en un problema
para los que se quedan.
Como
personas avaras, también existen países avaros, aquellos países ricos, que
tienen mucho dinero que se traduce en mejor empleo, mejor salud, y mejor
educación para sus ciudadanos además atesoran recursos naturales y tienen más
opciones para aprovecharlos. En contraste con los países pobres.
Para el
avaro no existe el presente siempre está pensando en el futuro, es incapaz de
disfrutar, de darse gustos aquí y ahora o de satisfacer necesidades porque
tiene el dinero para ello, contrariamente, prefiere guardarlo aunque esto no le
sirva para nada. Al guardar el dinero,
se va aislando poco a poco de la sociedad, y específicamente de su círculo
social, ya que, para pertenecer a la
clase acomodada se debe exhibir el dinero.
Vivir para tener dinero no es un delito en sí,
sin embargo, se debe reflexionar sobre qué es capaz de hacer cada persona para
poder conseguir tanto dinero. Los obreros trabajan mucho y nunca tienen la
posibilidad de acumular grandes cantidades de dinero, normalmente viven al día.
Las cosas cambian cuando acaudalar dinero no viene del trabajo honesto sino de
aprovecharse de los amigos, familiares o empleados, cuando me relaciono con
alguien y me vuelvo su íntimo acompañante sólo porque mi cercanía con esa persona me
permite gastar a manos llenas. Esto significa que yo puedo hacer mucho dinero de
manera ilícita, a través de fraudes o monopolios, situaciones que muchas veces
la sociedad avala, o se obtiene porque
no hay límites éticos en el comportamiento humano.
Cuando
circulamos el dinero lo hacemos útil, cuando lo guardamos y lo acumulamos
pierde su finalidad, se convierte en algo inservible y además nos obliga a
cargar con la presión social que nos incita el derroche y al consumo ilimitado.
Existe
otro tipo de avaricia como la usura, que implica utilizar el dinero para tener
más dinero, antes lo hacían los prestamistas, ahora lo hacen los bancos a
través de sus tarjetas de crédito o sus préstamos, en los cuales nos cobran
intereses inmorales, que nos obligan a pagar y pagar sin que la deuda
disminuya.
Debemos
tratar de tener un equilibrio entre vivir y existir, sin depender del orgullo y
el poder que nos da el dinero, que invariablemente nos lleva a ser una sociedad
injusta, en donde lo más valorado es el acceso al consumo. Ya no es valioso ser
honesto o valiente, actualmente lo más importante es cuánto dinero tengo, y
cuánta riqueza y poder económico puedo exhibir.
Para el
avaro la felicidad consiste en el dinero por el dinero mismo y no en lo que
puede lograr con él. Aquí es donde la sociedad lo rechaza. El equilibrio se
rompe cuando se quiere el dinero para acumularlo o para despilfarrarlo.
No
deberían existir las desigualdades sociales y económicas en las que vivimos. El dinero, cuando se invierte se hace útil,
eso nos ha permitido conquistar el mundo de la tecnología, nos permite explorar
el espacio, predecir huracanes y terremotos;
construir enormes edificios o estar siempre comunicados a través de los
teléfonos inteligentes, ¿y si el mundo invirtiera con la misma pasión para evitar
que muchos niños se mueran de hambre, literalmente?
¿Y dónde
dejamos nuestra vida espiritual?, aquella
que no se crea a través del dinero, ni de lo que podemos comprar con él. Hay
personas que establecen con el dinero una relación, que les permite tener
seguridad y paz como si se tratara de un ser superior. El dinero se convierte en el medio para tener
compañía “amigos o parejas”, que se mantienen cerca por interés. Así la gente se rodea de otras personas por lo
que tienen y no por lo que son.
Cada
persona debe trabajar, vivir y desarrollar sus potencialidades. Debe incrementar sus conocimientos y ser
generosos con los demás, buscando
siempre la justicia. No le demos más
importancia al dinero que a nuestros seres queridos o a nosotros mismos.
Actualmente
pareciera que sólo somos capaces de expresar nuestros sentimientos a través del
dinero. Equiparando el grado del sentimiento con mi capacidad económica de dar. Y así si yo te
quiero mucho elijo darte muchas cosas, con esto, te demuestro todo lo que
siento sin necesidad de dedicarte tiempo o atención.
También
podemos ser avaros con nuestros sentimientos al no demostrarles a los demás lo
que sentimos por ellos. Soñar con tener mucho dinero nos permite imaginar una
felicidad que nunca podremos alcanzar, al contrario, cuanto más cosas tenemos
más preocupados estamos por ellas.
Lo
contrario a la avaricia es la generosidad. Pero la gente no puede ser generosa
porque, para dar, primero deben ver una utilidad, hay intereses antes que
sentimientos hacia los demás, para que puedan ser tocados por la generosidad. No seamos generosos sólo cuando
hay un reconocimiento social de por medio, que no sepa tu mano derecha lo que
hace la izquierda.
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