Día de muertos: tradición, honrar a los muertos, miedo a lo inevitable, fiesta o mercadotecnia
como la venda al brazo enfermo de un enfermo
y que me invada luego como el silencio frío
al cuerpo desvalido y muerto de algún muerto.
Después un ruido sordo, azul y numeroso,
preso en el caracol de mi oreja dormida
y mi voz que se ahogue en ese mar de miedo
cada vez más delgada y más enardecida.
¿Quién medirá el espacio, quién me dirá el momento
en que se funda el hielo de mi cuerpo y consuma
el corazón inmóvil como la llama fría?
La tierra hecha impalpable silencioso silencio,
la soledad opaca y la sombra ceniza
caerán sobre mis ojos y afrentarán mi frente.
"Nocturno Muerto", Xavier Villaurrutia.
El 1 y 2 de Noviembre es una de las celebraciones más importantes para nosotros, los mexicanos: el día de muertos tiene reconocimiento a nivel mundial, es parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad (UNESCO).
Es una ocasión en la que las familias
honran a sus parientes muertos, en una forma del pasado inseparable de la
tradición presente. En voz de Linnekin: “la tradición es un modelo consciente
de modos de vida pasados que la gente emplea para construir sus identidades”.
En el periodo comprendido entre el 31 de octubre al 2 de
noviembre, habrá ritos coloridos, festivales artísticos, desfiles, catrinas
monumentales, variedad de pan y adornos de papel en todo mi país. En estas manifestaciones, los mexicanos además de recordar a nuestros muertos, nos mofamos de la muerte, ¿Por qué? ¿Así sentimos que tienemos control sobre ella?, ¿La
burla nos da poder sobre una realidad inevitable?, ¿Así la sentimos más lejana?
Calaveras, esqueletos y ataúdes de azúcar surgen como un enfrentamiento macabro
e irreverente ante la mortalidad.
En estas fechas, preparamos, decoramos y velamos los
altares u ofrendas en las tumbas de los familiares y amigos, se adornan con
flores, velas, agua, sal, comida en honor al difunto y papel picado. Todas estas
acciones ligadas a la tradición popular y no a un entorno religioso,
independientemente de su origen es una festividad muy unida a la mexicanidad,
siendo un elemento clave de la identidad. México tiene en sus orígenes un
pasado, presente y futuro indígena y está celebración también.
Los ritos y tradiciones son para la población una forma de robustecer la identidad, mediante la presencia de ceremonias singulares que se vuelven parte de aquello, que da un colorido único a mi pueblo. Es en este contexto en el que se explica el día de muertos para nosotros como mexicanos, es un símbolo: los elementos claves de la celebración son la vigilia en los cementerios, los altares en las casas, las flores de cempaxúchitl, las velas, las catrinas de José Guadalupe Posada y adornos de papel picado.
Sin embargo, este tipo de conmemoración también pueden verse en varias regiones de Latinoamérica e incluso en Europa, lo que lo hace singular en México es el nombre: Día de Muertos, la variedad de panes, dulces y el ambiente de humor y júbilo que se vive.
Se incorporaron antiguas tradiciones celtas, germánicas y
latinas, con los mitos antiguos indígenas: los seres de otro mundo tienen permiso de
visitar a los vivos en estas fechas. Así se establece el festival de otoño en
donde la visión luctuosa tiene un enfoque festivo. Los conquistadores en México, no
desaprovecharon la oportunidad de ocupar esta mezcla de costumbres con un ánimo
evangelizador. Los alfeñiques y el pan son tradicionales en Italia, España,
Alemania, Austria y Suiza, mientras que la comida campesina en los cementerios
locales son herencia colonial.
“El olvido constituye la muerte verdadera, completa y
definitiva” … (Philippe Ariès)
En la mitología mexica Mictlantecuhtli, es el dios de la
oscuridad, rey de Mictlán a donde llegan todos los que mueren de forma natural, no es el infierno, no es un lugar del castigo o de tinieblas es
simplemente la morada de los muertos. Pero no todos los muertos llegan aquí,
los guerreros mexicas y las mujeres que mueren en el parto se dirigen hacia la
morada del Sol y después de cuatro años se convierten en colibríes y pueden
bajar a la tierra.
En cambio, los que fallecen ahogados o a causa de un rayo van al Tlalocan con
el dios Tláloc, dios del agua y la lluvia. Los bebes que nacen muertos o mueren antes de probar alimento
sólido van al Chichihuacuauhco, lugar con un árbol nodriza que los alimenta
con leche.
Los aztecas conservaban calaveras como trofeos y las exhibian
en sus rituales, como símbolo de la muerte y el renacimiento,además las utilizaban para
honrar a sus muertos durante estas fechas. Para ellos la muerte era la
continuidad de la vida en un sueño y daba la posibilidad de
estar plenamente despierto.
El Halloween en cambio, aunque está inspirado en la ceremonia celta del Samain,
arraigada en Estados Unidos por la gran cantidad de irlandeses que emigraron, estas fechas son más un motivo de reunión y fiesta y no una
forma de honrar a los muertos se acostumbra disfrazarse, regalar dulces,
adornar las casas, se convierte en un evento mercadológico más y no de una
tradición.
Para la iglesia católica es el momento de celebrar misas,
que generalmente tienen un costo, por nombrar a los difuntos.
Día de muertos en México
En Mizquic, que se encuentra en la Cuidad de México alcaldía de Tláhuac, se
enciende una vela por cada difunto, según la leyenda cuando el sol se pone,
todos los difuntos de la aldea regresan a sus antiguas viviendas guiados por el
aroma de su comida favorita. Los vivos ofrecen juguetes a los niños, pulque y
tequila a los adultos, todas las puertas se mantienen abiertas. Un ataúd con un
esqueleto de cartón el llevado en procesión por las calles, alrededor las
mujeres de luto lloran, termina en el cementerio simulando un funeral, las
familias barren y limpian las tumbas, las cubren con pétalos de cempaxúchitl,
prenden velas: “la alumbrada”, copal e incienso, a medianoche todas las tumbas están
llenas de luz que se refleja en los rostros de los que están ahí para mantener la
conexión con sus muertos.
El Oaxaca la gente provee a los muertos con un significado
más intenso, con una melancolía genuina y profunda, acompañan sus ceremonias con
música triste. Los altares se adornan con un mantel blanco y/o papel picado,
se dividen en escalones, teniendo cada uno un significado especial, el primero dedicado a los abuelos o adultos y los restantes para todos los demás.
En el estado Michoacán, Janitzio y Pátzcuaro, donde la creencia
entre los purépechas es que las almas al regresar vuelan como mariposas sobre
el lago de Pátzcuaro hasta llegar a la isla de Janitzio, hacia la media noche
del 1 de noviembre el panteón se llena de ofrendas florales, música y misterio,
la isla impresiona a la luz de los faroles desde el muelle de san Pedrito.
En Xochimilco, tambien en la Cuidad de México, se realizan recorridos durante la noche en las trajineras (embarcaciones) y montan en las calles
ofrendas espectaculares para sus muertos.
Los panteones se visten de naranja, de olores, de música, de
vida, el 1 y 2 de noviembre los vivos vamos al panteón, sin embargo, todos los
días la muerte llega a todas partes, la vida pasa como una sombra rápidamente,
no importa el género, la clase social, el lugar, o la hora la muerte nos llega
a todos.
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