DUELO. Cuando la vida cambia en un instante




El duelo es un proceso de adaptación, sanación, cicatrización, que atravesamos después de una pérdida, es volver a la vida real, después de alcanzar la adaptación emocional ante dicho evento. La forma de transitarlo depende de las características personales, la historia, la cultura, las circunstancias de la pérdida, las experiencias y trastornos psicoemocionales previos, el vínculo con el fallecido, pero sobre todo de la capacidad que tenemos de darle sentido a esta pérdida. Por lo tanto, cada duelo es único y personal.

A lo largo de la vida enfrentamos distintas pérdidas, como un cambio de residencia, de trabajo, el fin de una etapa del desarrollo, una función o parte de nuestro cuerpo, la salud, una mascota o la muerte de un ser querido. Algunas de estas pérdidas son reversibles, cuando hablamos de actividades o cosas materiales, o irreversibles cuando se trata de la muerte.

La manera en que vamos aprendiendo a enfrentar estas pérdidas en la vida determina nuestras habilidades para poder concebir un duelo sin complicaciones. El dolor ante la muerte nos permite concientizar la vida, nos enseña a vivir desde la libertad y la responsabilidad. La muerte es parte de la vida, como nacer.

El Duelo: Un Proceso Único y Personal

Durante el proceso de duelo se ven afectadas todas las áreas de la vida del doliente: cognición, consciencia, sentido de vida, fe, estado físico, emociones, sentimientos, actividades diarias, la vida laboral, social y espiritual. Un duelo muy intenso nos deforma, ya no somos los mismos, sin embargo, tenemos la libertad de elegir quedarnos estancados en el sufrimiento o convertirnos en Seres en Posibilidad, a través del aprendizaje que nos deja este proceso, podemos resignificar nuestra relación con ese ser que ya no está.

Las Etapas del Duelo: Un Proceso No Lineal

Las etapas del duelo no son rígidas, vamos a estar oscilando entre la reestructuración y la pérdida, no implican un orden o tiempo determinado, no es un proceso lineal, ni tienen un orden cronológico y se viven acompañadas de cambios importantes en la dinámica familiar. 

Las etapas del duelo, según Elizabeth Kübler-Ross, son una negación que funcionan como un mecanismo de defensa provisional ante la realidad, el cerebro niega el evento, mientras desarrollamos herramientas para enfrentar la situación. La ira que aparece ante la frustración, ante la muerte, ante la injusticia y nos sirve para poner límites. En la negociación tenemos tanto miedo que queremos posponer lo que está pasando, tener el control sobre las causas y los efectos, negociamos con un ser superior al que le otorgamos el poder de cambiar la situación. La depresión es la tristeza profunda producto de la pérdida. En la aceptación entendemos que la pérdida es irreversible, es una etapa silenciosa, donde soltamos nuestros apegos.

El duelo se resuelve cuando ya eres capas de volver a invertir tiempo en tu vida, cuando te ajustas al nuevo mundo, cuando puedes recordar a tu ser querido sin tanto sufrimiento, con amor, cuando, puedes desarrollar nuevas relaciones sociales, cuando la pena disminuye y sientes alivio. Cuando reconstruyes tu mundo personal que ha sido vulnerado por la pérdida, aprendiendo a vivir con la ausencia, resignificando tu vida.

Reacciones Frecuentes en el Duelo: Emocionales, Físicas y Conductuales

Trauma intenso, confusión, rechazo y negación.

Tristeza y desesperación abrumadora a tal punto que enfrentar algunas tareas diarias puede parecer imposible.

Culpa extrema, sentimientos e ideas de haber fallado, de que pudimos haber hecho algo diferente.

Enojo intenso y sentimientos de amargura e injusticia.

Temor o miedo a estar solo.

Resentimiento hacia personas felices.

Sentir que la vida no tiene sentido, desear que te liberen del dolor.

El duelo puede causar muchas sensaciones físicas: Opresión en el pecho o la garganta, náuseas, malestar estomacal, mareos, dolor de cabeza, músculos tensos, fatiga.

Se presentan cambios en la conducta: Alteraciones en el sueño y la alimentación, irritabilidad, inquietud, aislamiento.

Con el tiempo el duelo se vuelve menos intenso, pero los sentimientos en el proceso pueden aparecer y desaparecer, sobre todo en las fechas importantes. 

Acciones que Ayudan a Afrontar el Duelo de Forma Saludable

Realiza actividad física, relajante y placentera.

Cuando pedir ayuda, acudir a terapia:

Habla de forma abierta sobre el duelo.

Habla frecuentemente de tu ser querido, nombrándolo por su nombre.

Pide ayuda a familiares y amigos para realizar tareas en el hogar.

Tómate tiempo para decidir sobre las pertenencias de su ser querido, no te apresures en regalar nada.

Planifica cómo pasar los días significativos, como su cumpleaños o el aniversario de su muerte.

Acude a un grupo de ayuda para compartir tus experiencias con otros dolientes, que entiendan tu duelo y puedan ofrecerte consuelo y sugerencias.

Date permiso de experimentar el dolor de la pérdida, la tristeza, el enojo, la soledad, de reaccionar de manera que puedas procesar y liberar emociones intensas, llorando, incluso gritando.

Destina espacio y tiempo al día para pensar y recordar a tu ser querido expresando tus sentimientos.

Se paciente, permite que el duelo trascurra de manera natural en ti.

Encuentra salidas creativas para expresar tus sentimientos como la música, la escritura o el arte.

Sigue una rutina: estructurar tu tiempo te permitirá retomar el sentido de normalidad y seguridad reduciendo el estrés.

Perdónate por las cosas que hiciste o dejaste de hacer o decir, así procesaras el dolor que trae el arrepentimiento y los deseos no cumplidos, podrás concentrarse en lo buenos recuerdos.

No descuides tus necesidades físicas: Alimentación y descanso.

Realiza rituales de despedida, ceremonias para expresar emociones, socializar el dolor, tener un espacio para honrar, agradecer y despedir a tu ser querido.

Crea un espacio de recuerdo donde coloquen objetos significativos: fotos, velas, flores.

Escribe una carta de despedida y léela en voz alta.

Agradece el tiempo que pasaste con él o ella.

Realiza estas actividades si las consideras necesarias y si te hacen sentir bien.

Pedir ayuda si:

Sientes que es muy difícil volver a la vida normal, volver a trabajar o a realizar actividades cotidianas después de seis meses.

Cuando incluso con el paso del tiempo el duelo es muy intenso.

El duelo ha durado mucho tiempo.

Sientes imposibilidad de cuidarte a ti mismo. Algunas veces piensas escapar del dolor haciéndose daño.

Si tienes pensamientos recurrentes de unirte con tu ser querido.

Cuando existe previamente un diagnóstico de depresión o angustia.

Si has enfrentado recientemente otras pérdidas fuertes.

Beneficios de la Terapia para el Duelo

Puede ayudarte a enfrentar un duelo muy intenso y doloroso.

Promueve maneras útiles de sobrellevar la ausencia.

Permite resignificar tu dolor.

Busca devolver el equilibrio emocional y ayudándote a aceptar la pérdida.

Se trabaja con sentimientos, recuerdos y pensamientos negativos.

Utiliza técnicas especificas en duelos complicados.

Ayuda a reducir la intensidad del duelo y el sufrimiento por la muerte.

Facilita la capacidad de disfrutar de los recuerdos del que falleció.

Promueve la recuperación de la relación entre los demás miembros de la familia.

Apoya para la reincorporación a la vida diaria.

Promueve nuevas conductas adaptativas.

Facilita la despedida.

La terapia puede ser individual, de pareja, grupal o familiar.

Las tareas por trabajar en el duelo son:

Aceptar la realidad de la pérdida.

Experimentar el dolor en el duelo.

Adaptarse a la vida sin la presencia física del que murió.

Crear nuevas formas de mantener una conexión con el que ya no está.

Encontrar sentido a la vida después de la muerte. Para algunas personas es importante crear un legado en honor a su ser querido, trabajando en algunos intereses que tenía.

Volver a conectar con la vida a través de la manera de ver el mundo del fallecido.

El amor que compartiste con él/ella siempre formara parte de tu vida.

Estar vivos nos vincula directamente con la muerte, la vida nos cambia en un instante, un accidente, un diagnóstico, el fin de una larga enfermedad,todos vamos a atravesar diferentes duelos, unos más intensos, más largos, más fuertes, más difíciles, sin embargo, el duelo nos puede dar la oportunidad de reconstruir nuestra visión de la vida y la muerte, de resignificar nuestras relaciones con nuestros seres queridos, los que están y los que ya no y con nosotros mismos, a aprender a disfrutar cada minuto antes de que la vida cambie.

Marcela Barrera






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