Aquí y ahora
Un requisito fundamental para alcanzar la felicidad consiste
en “Vivir en el aquí y ahora” es una de las premisas de la psicología Gestalt y
el Yoga, pero ¿por qué es tan complicado librarnos del pasado que no volverá y
del futuro que aún no ha llegado?
Se supone que el tiempo sana las heridas y los sufrimientos, al parecer es así, el tiempo es un gran sanador, porque nos permite a adaptarnos a los cambios en la vida, sin embargo, somos nosotros quienes escogemos no cerrar heridas, optamos por atorarnos en acontecimientos dolorosos y así, nos anclamos al dolor que deja la muerte o la separación de seres queridos. Nos atoramos igualmente a las frustraciones como las que dejan las enfermedades o el cambio de estatus social, haciendo de estas pérdidas, fuente inagotable de amargura.
Otro saboteador de la alegría es la añoranza por el pasado, creyendo que el pasado siempre fue mejor, vivimos deseando lo que se fue y nunca volverá. Esta trampa nos impide levantarnos de relaciones amorosas pasadas, llevándonos incluso a buscar personas con perfiles similares a los de la persona que perdimos, sin darnos cuenta de que, en la mayoría de los casos las separaciones, por difíciles que parezcan no dejan de ser un mal menor, cuando la relación no funciona. De esta manera vivimos esperanzados en el regreso de la persona perdida, en la ilusión de una reconciliación que nunca llega y, en cambio, nubla nuestra realidad presente impidiendo que atendamos el aquí y el ahora, que nos veamos a nosotros mismos y que nos demos la oportunidad de crecer con la experiencia.
Es así como dejamos pasar personas, relaciones, trabajos, momentos y situaciones trascendentes que no podemos valorar por seguir anclados al pasado.
Otro factor no menos importante que nos impide disfrutar, del aquí y ahora, es el arrepentimiento, los sentimientos de culpa que nos gritan a cada momento lo que hicimos o lo que dejamos de hacer, la idea absurda del “hubiera” que nos engaña con fantasías de lo diferente que habría sido todo si hubiéramos actuado de otra manera.
Y qué decir cuando nos empeñamos en adoptar el papel de víctimas en donde Dios, el mundo, el destino, las hormonas, los cromosomas, la sociedad, los padres, los amigos o familiares son los grandes responsables de nuestras desgracias y, por tanto, no hay nada que hacer, de esta manera nos plantamos en la indignación, en la desdicha y evitamos nuestra responsabilidad al tiempo que impedimos que las heridas sanen. Si abandonamos el papel de víctima nos permitiremos retirar la mirada de “los culpables”, aceptamos nuestra responsabilidad, aprendemos, crecemos y podemos concentrarnos en una gran variedad de opciones que están a nuestro alcance.
Vivir atrapado en los recuerdos de un pasado que, por bueno o malo que haya sido no volverá, o pasar los días en la angustia de un futuro lleno de probables escenarios a manera de profecías que quizá nunca llegarán, o circunstancias que terminarán por resolverse de alguna manera distinta a lo que esperamos, nos impide darnos cuenta de los acontecimientos que están sucediendo a cada instante frente a nosotros: la presencia y sonrisa de nuestros seres queridos, el poder realizar las actividades que nos gustan, ver el color del cielo, escuchar el canto de las aves, sentir el viento sobre la cara o los rayos de sol, todos estos, regalos de vida que se han vuelto cotidianos, que damos por hecho y que en algún momento pueden ya no estar.
La felicidad no consiste en lo que tuviste, ni en lo que
podrías tener sino en la capacidad de disfrutar lo que tienes aquí y ahora.
Marce, Jorge
ResponderBorrarQue lindos mensajes escriben en su Blog, pensamientos que comparto.
Saludos