Libertad y Angustia: Entre Prohibiciones y Elecciones



Según Sören Kierkegaard, las prohibiciones en la vida nos angustian porque despiertan la posibilidad de la libertad, así nos angustia la posibilidad del poder, de poder hacer cosas que nos llevan a enfrentar la distinción entre el bien y el mal.

Además, siempre que hablamos de prohibición hablamos de sanción y de castigo, y al mismo tiempo del deseo. Sin duda la distinción entre el bien y el mal se asienta en el mismo lenguaje, pero sólo existe en el ámbito de la libertad.

La posibilidad de la libertad consiste en el “se puede”, en el “tenemos la libertad para hacer y ser”. Por eso vivimos la libertad con angustia.

Fernando Savater nos dice que, aunque los hombres, así como los animales, estamos programados por la naturaleza: tenemos necesidades básicas como beber, comer o incluso morir, sin embargo, también estamos determinados por el medio cultural, nuestro pensamiento se ve condicionado por el lenguaje, nos educan en ciertas tradiciones o hábitos y formas de comportamiento. Todo esto tiene un gran peso y nos hace predecibles. Por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa. Podemos decir “si” o “no”, quiero o no quiero. Por muy difíciles que sean las circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios y aquí es donde entra la libertad.

Cierto que no podemos hacer cualquier cosa que queramos, pero también es cierto que no estamos obligados a querer hacer algo.

Hay cosas en las cuales no tenemos elección: el día en que nacemos, una enfermedad, un accidente o incluso la muerte, pero si somos libres para responder a estos acontecimientos que nos pasan.

Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo. No es lo mismo la libertad que consiste en elegir dentro de un número de posibilidades, que la omnipotencia que sería conseguir siempre lo que se quiere. Por ello cuanta más capacidad de acción tenemos, mejores resultados podemos obtener de nuestra libertad.

Hay cosas que dependen de nuestra voluntad, y eso es ser libres, pero no todo depende de nosotros, porque compartimos el mundo con muchas personas que también ejercen su voluntad y buscan satisfacer sus necesidades y eso no lo podemos controlar nosotros. Si no nos conocemos a nosotros mismos y el mundo en el que vivimos nuestra libertad se estrellará una y otra vez.

Existen muchas cosas que limitan nuestra libertad, aquellas cosas que no controlamos, por ejemplo. La mayoría de las personas tenemos más conciencia de aquello que limita la libertad, que de la libertad misma. Aquellos que se quejan de falta de libertad y que están muy atentos a cómo, el gobierno, la familia, el trabajo o la sociedad los limitan en realidad están muy conscientes y satisfechos de saber que no son libres, pues al no ser libres no pueden tener la culpa ni la responsabilidad sobre las cosas que les ocurren. Así muchas veces, ejercer la libertad, es difícil y complicado y es mucho más fácil decir que no tenemos libertad, para no reconocer que libremente se prefiere lo más fácil, aunque represente la pérdida de la libertad.

A diferencia de los animales los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida, podemos optar por lo que nos parece bueno y conveniente en contra de lo que nos parece malo e inconveniente, pero también podemos equivocarnos; de modo que resulta prudente fijarnos bien en lo que hacemos y elegimos, a este arte de vivir lo llamamos Ética.

Cuando decidimos hacer algo, lo hacemos porque preferimos hacer eso a otra cosa, o porque preferimos hacerlo o no hacerlo. A veces las circunstancias nos imponen elegir entre dos opciones que no nos gustan, o hay ocasiones en que tenemos que elegir cuando preferiríamos no hacerlo. Podríamos decir que somos libres porque no nos queda otro remedio que serlo, libre de elegir en circunstancias desfavorables que no hemos elegido padecer. Sin embargo, la mayoría de nuestros actos son automáticos.

Nuestra conducta puede verse motivada por órdenes, costumbres o caprichos, cada motivo tiene su propio peso.  Las órdenes generan miedo, las costumbres nos dan la comunidad de seguir con la rutina, tanto las órdenes como las costumbres vienen de afuera, en cambio los caprichos son internos. De pronto es bueno preguntarse, hasta qué punto tenemos que obedecer, porque nunca una acción es buena sólo por ser una orden una costumbre o un capricho. Para saber si algo nos resulta de veras conveniente tendré que examinar lo que hago a fondo, nadie puede ser libre en mi lugar, nadie puede elegir por mí.

Para aprender como ejercer nuestra libertad, la ética de un hombre libre nada tiene que ver con los castigos ni con los premios. Nuestra libertad debe venir desde adentro de nosotros mismos desde nuestra voluntad, cuando queramos saber qué hacer con nuestras vidas la respuesta no la tienen los demás, está adentro de nosotros, no perdamos nuestra libertad preguntándoles a los demás qué hacer.

No se trata de pasar el tiempo sino de vivirlo bien, no renunciemos a elegir, sin confundirnos con nuestros caprichos. Es importante establecer prioridades de lo que realmente quiero, nuestras vidas están hechas de relaciones con los demás, así debemos buscar hacer lo que queremos, pero sin afectar a los demás, y estos no nos deben impedir tener una buena vida.

El concepto de libertad, tiene que ver con hacer aquello que queremos hacer, lo que realmente nos hace felices, sin dejar que los que están a nuestro alrededor nos dominen y esclavicen con el pretexto de ayudarnos, educarnos o dirigirnos, se vale tomar decisiones libres aunque nos equivoquemos, cuando nos equivocamos aprendemos y al mismo tiempo estamos ejercemos nuestra libertad, siempre considerando la responsabilidad que conlleva ejercerla y considerando el derecho de los demás a ser libres y a que nuestra libertad no afecte a aquellos con los que vivimos. Como seres humanos tenemos la oportunidad de ser libres, no la perdamos en aras de hacer felices a los demás, de complacer siempre a los otros y no a nosotros mismos.

Es verdad que es más cómodo no ejercer nuestra libertad, ir por la vida siguiendo como borregos a los demás, pero el costo emocional y espiritual es muy alto. No esperes a que la vida corra sin tener la posibilidad de ejercer tu libertad, es un ejercicio diario, que implica esfuerzo, hasta en las actividades más sencillas del día a día práctica la libertad con entusiasmo, con determinación y sobre todo con conciencia.

“La libertad no es una filosofía y ni siquiera una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en cierto momento: a pronunciar dos monosílabos: Si o No. En su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el sigo contradictorio de la naturaleza humana” Octavio Paz.

“La vida del hombre no puede, ser vivida, repitiendo los patrones de su especie, es el mismo –cada uno- quien debe vivir” …  Erich Fromm.











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