SER CONSCIENTES DE NUESTRAS MOTIVACIONES
Para
poder ofrecer amor a nosotros mismos y a
los demás, debemos primero alcanzar un estado de armonía y serenidad, si nos encontramos llenos de angustia y preocupación no podemos ofrecer
a los demás amor, no significa que dejemos de amarlos, simplemente nuestra
conciencia está centrada en otros aspectos de la vida, como el trabajo, los
problemas familiares, la enfermedad, el dolor, las pérdidas o ausencias, y de esta manera como decíamos anteriormente perdemos
el equilibrio.
Cuando
estamos en equilibrio somos capaces de descubrir la bondad y compasión que
llevamos dentro, sentimientos que nos llevan a ser una persona más sana
espiritualmente y ver a los demás como tales, en un mundo tan acostumbrado a
comprar y vender, en donde lo importante siempre es tener y tener, dejamos de
ver a los demás como son y pensamos que son menos importantes que nosotros, así
creemos que podemos comprar sus conductas y sus afectos, su tiempo y hasta su
manera de pensar. Si actuamos desde la bondad y compasión ayudamos por el hecho de hacerlo, porque nos
interesa la persona que en ese momento tiene un problema y deseamos que esté
mejor, sin esperar nada a cambio y sin pedir que nos paguen un precio por el
apoyo que dimos, ya sea un precio económico, espiritual, moral o psicológico no
importa. ¿Hace cuánto que actuamos sin hacer conscientes nuestras motivaciones?, simplemente caemos en una inercia en donde actuamos, pensamos y sentimos por rutina, por costumbre, por satisfacer a otros o por interés, ¿Cuántas de las actividades que realizamos cada día las hacemos realmente desde nuestra armonía, desde el amor?
Si no tenemos una visión espiritual de nosotros es difícil hablar de salud, de armonía, de equilibrio y amor. Se trata de compaginar nuestro mundo exterior con el interior: nuestras motivaciones, sueños, pensamientos, sentimientos, deseos con nuestras actividades cotidianas, nuestras relaciones personales y nuestro trabajo.
Esta falta de armonía interior es los que nos lleva a ver todo lo que nos rodea como objetos de consumo, esta armonía y salud debe comenzar con nuestro entorno más inmediato: la familia, los amigos, el trabajo, llenándolo de calma y serenidad, y no permitir que se nos olvide que, lo que nos motiva es el amor, así no permitiremos que nos arrastre una avalancha de hechos, personas, cosas o estados mentales que nos alejan de este origen de serenidad, llevándonos siempre a vivir de forma automática, sin conciencia aceptando la incomodidad o incluso el dolor permanente como fondo de nuestras vidas.
Cada pequeña acción debe ser un acto de amor hacia los demás o hacia nosotros mismos siempre y cuando se genere desde la paz y la armonía interior.
Si aceptamos que la vida cambia que nada es permanente, y desde esta verdad dejamos que los acontecimientos fluyan, nos será más fácil alcanzar ese estado de equilibrio, armonía, paz y felicidad. Cuando nos esforzamos por impedir la movilidad de la vida, de nuestras relaciones personales, e incluso de nuestra salud caemos en un estado de contención permanente que nos limita y lastima, sin obtener resultados, vivimos dramatizando todo aquello que no podemos detener.
Al aprender a amarnos y a amar la vida sin miedos, sin malas intenciones, con respeto a nosotros mismos y a los demás podemos trabajar diario por tener conciencia de nuestras motivaciones, así podemos cambiar las que tienen que ver sólo con el dinero, el poder, el status social y económico para concentrarnos en que lo primero que nos motive sea el amor.
Cuando vamos a trabajar nos motivan dos cosas: el simple hecho de obtener dinero y poder o, hacer lo que realmente nos apasiona, lo que disfrutamos, lo que nos vuelve creativos y productivos naturalmente. Cuando elegimos realizar alguna actividad la elegimos desde el amor a nosotros mismos, pensando en nuestra salud, crecimiento o desarrollo o la elegimos por vicio, o porque nos dará status social. Tus relaciones personales son placenteras porque compras conductas, el tiempo y la conciencia de los demás o porque entregas toda tu bondad y compasión en cada una de tus relaciones.
Hagamos
conciencia todos los días de nuestros motivos en la vida y descubramos que
tenemos el poder de cambiar aquellos motivos que no nos ayudan a evolucionar.
Comentarios
Publicar un comentario