LOS DÍAS DIFÍCILES




Todos tenemos días, semanas, meses y hasta años difíciles. Hay diferentes grados y categorías de días difíciles, desde aquellos donde algo no salió como esperábamos, hasta aquellos que representan enormes problemas familiares, laborales o, peor aún, que representan grandes pérdidas.

Los días difíciles nunca se van definitivamente, sin embargo, es importante hacer conciencia sobre cómo reaccionamos ante estos momentos: nos dejamos vencer cuando notamos que por mucho que nos esforcemos no podemos solucionar los problemas o controlar lo que nos pasa lo que a su vez nos lleva a deprimirnos y a caer en un círculo vicioso gris, del que no encontramos la salida.

También podemos enfrentar los malos tiempos con todas nuestras capacidades y herramientas, usando todo nuestro potencial, haciendo consciencia, trabajando para superar el momento y no dejándonos vencer por la adversidad y aprendiendo de esta.

¿Y qué hay de la fe? La fe es la certeza de lo que uno espera, la convicción de lo que no se ve (hebreos 11:1).

La falta de fe, sucede cuando, hay mucho egoísmo y ambición individual. Para que la fe sea verdadera tiene que haber amor, uno que se entregue sin barreras. Amor y fe son inseparables, se complementan entre sí (madre Teresa de Calcuta).

…comprender, por nuestra parte, la fe como una ocasión estupenda de vida, que trasciende las interpretaciones y la conducta ambiental.  Debemos aprovechar cualquier ocasión para experimentar de qué manera la fe enriquece nuestra experiencia, realiza en nosotros una fidelidad auténtica en la lucha por la vida, corrobora nuestra esperanza contra los ataques de cualquier clase de pesimismo o desesperación, nos empuja a comprometernos con reflexión por la justicia y la paz del mundo, también puede consolarnos y animarnos en el dolor. (Juan pablo II)

…no olvidemos que la fe no es para guardarla, sino para compartirla (S.S. Francisco)

Aunque constantemente entramos y salimos de estos ciclos de momentos difíciles, que tienen que ver con problemas económicos, familiares, de pareja, laborales o de salud, lo que es una realidad es que estos tiempos van y vienen constantemente en nuestras vidas y que podemos apoyarnos en la fe, en Dios y  en nosotros mismos para superar estos estados complejos; para vivirlos con fortaleza, confianza y la esperanza de que terminarán pronto. Y son oportunidades de aprendizaje.




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