El Adviento: Tiempo de Preparación y Esperanza



El Adviento es un tiempo de preparación para celebrar la Navidad. El término "Adviento" proviene del latín adventus, que significa "venida" o "llegada". Su propósito es avivar en los creyentes la espera del Señor.

El Adviento se divide en dos partes:
  • Primera parte: Desde el primer domingo de diciembre hasta el 16, con un marcado carácter escatológico, enfocándose en la venida del Señor al final de los tiempos.
  • Segunda parte: Desde el 17 al 24 de diciembre, conocida como la "Semana Santa" de la Navidad, se orienta a preparar más específicamente la venida de Jesús. Es un periodo que se nos invita a vivir con alegría, pues está por cumplirse la promesa de Dios.

Durante las cuatro semanas del Adviento, nos preparamos domingo a domingo para la venida del Señor:

Primera semana: Nos habla de la venida del Señor al final de los tiempos, invitándonos a estar en vela y a mantener una especial atención en la conversión.

Segunda semana: Nos invita a preparar los caminos del Señor.

Tercera semana: Nos muestra la alegría mesiánica, pues la Navidad está cada vez más cerca.

Cuarta semana: La figura central es María y su espera se convierte en modelo para nuestra propia espera.


El color propio del Adviento es el morado, que simboliza austeridad y penitencia.

Las noches oscuras de este invierno, en las que encendemos las velas, son un consuelo. El inicio que se produjo en Belén se repite hoy cada vez que permitimos que la luz haga desaparecer la oscuridad y el egoísmo. Dios nace donde se obra por inspiración del amor del Señor, donde se hace algo más que intercambiar regalos.

El Adviento significa la alegría de encontrarnos con Jesús y llenar ese vacío interior y aislamiento con el que vivimos actualmente. El riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza constante que brota del corazón individualista, cómodo y avaro; y de la búsqueda constante y enfermiza de placeres momentáneos y superficiales. Cuando clausuramos nuestra vida interior, ya no hay espacio para los demás y, sobre todo, ya no hay espacio para Dios. Nos convertimos en seres resentidos y quejosos.

El Adviento nos permite renovar nuestro encuentro personal con Jesús y/o permitir que Él nos encuentre. Siempre tenemos la opción de levantar la cabeza y volver a empezar, de reencontrarnos con Jesús, con toda su ternura y con la alegría que esto conlleva. Preparémonos durante el Adviento para recibir la Luz y el Amor que nos den la fortaleza que necesitamos, incluso en los momentos de angustia.

Los apóstoles nunca olvidaron el momento en que Jesús les tocó el corazón. Permitamos ahora, durante este tiempo, ser tocados por el amor.

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