El Arte de Elegir Pareja.



Cuando encontramos a la persona que pensamos es la adecuada para compartir nuestra vida, pasamos por una primera fase o etapa que llamamos enamoramiento y que puede ser apabullante. Cuando esa persona está cerca, al enamorado le sudan las manos, el corazón se le acelera y pensamos que, sin duda, esa persona nos va a comprender y amar. Cuando está cerca, arrasa con todo eso. Es el amor romántico.

En esta primera etapa de galanteos es muy frecuente que alteremos nuestras percepciones sobre la relación. Es donde nuestros sentimientos y emociones alcanzan niveles muy elevados; los vivimos con mucha intensidad, al grado que dejamos que la relación se convierta en una especie de droga que nos nubla el pensamiento, y esperamos que dure en este estado para siempre. La literatura y el cine contribuyen a que vivamos esta etapa con mucha intensidad, pues presentan este primer estado del amor como un sueño.

Sólo nos fijamos en cómo nos hace sentir y no en cómo es realmente la persona. Es importante, cuando empezamos una relación de pareja, que nos tomemos el tiempo para conocer las cualidades y defectos, o la manera en que influyen en la relación. Estos detalles no se pueden conocer de manera inmediata; necesitamos tiempo, espacio y circunstancias que nos permitan ver cómo reacciona la otra persona. Necesitamos consolidar la confianza y la sinceridad para poder establecer una relación sólida.

En estas primeras etapas de la relación, con frecuencia aparece en la pareja el miedo a perder a la otra persona. Esto nos lleva a esforzarnos para que se quede a nuestro lado; en el intento por fundirnos con ella o él, dejamos de lado nuestra propia independencia y libertad. Podemos caer en una situación muy compleja para los dos, en donde una de las partes vive a través del otro; los sentimientos y los estados de ánimo se vuelven contagiosos, no se actúa si no es con la aprobación del otro, y se funden psicológicamente en una simbiosis un poco peligrosa.

También es muy peligroso cuando nos relacionamos con alguien con la firme idea de que podemos rescatarlo, curarlo o simplemente cambiarlo. A través de esta fantasía se establece un vínculo muy fuerte.

Cuando elegimos a una pareja, normalmente tenemos en mente las características tanto físicas como psicológicas que esta debería tener; ya sabemos lo que nos gusta y también aquellas cosas con las que no podemos convivir. Al establecer una relación de pareja siempre tenemos que adaptarnos tanto a la relación como a la otra persona; sin embargo, esta adaptación debe tener sus límites. No podemos tratar de cambiar a las personas hasta que piensen o actúen como nosotros queremos, y tenemos el mismo derecho. Así que debemos buscar un equilibrio en el cual estemos dispuestos a negociar de manera recíproca en la relación.

La elección de pareja debe ser un acto voluntario y completamente consciente. Muchas veces existen presiones internas, como el miedo a quedarnos solos o a volver a fracasar, o externas, como la presión que puede ejercer la sociedad o la familia cuando avanzamos a cierta edad. Siempre tienen una opinión sobre el tema.

La persona que elegimos debe ser capaz de aceptarnos, amarnos y darnos la libertad para seguir desarrollando nuestra propia identidad.

¿Qué esperamos de una pareja? Respeto, amor, libertad, comprensión, compañerismo, fidelidad, complicidad, motivación y apoyo para alcanzar nuestras metas y sueños individuales; apoyo y comprensión en los días difíciles.

¿Qué no queremos de una pareja? Mentiras, agresión, abusos, humillaciones, infidelidad o incluso violencia.

Cuando decidimos darle la mano a alguien para caminar con él o ella, debemos estar conscientes de que probablemente tengamos que desviarnos del que creemos es nuestro camino para acompañar al otro, acelerar el paso, retroceder un poco; él o ella tendrá que adaptarse a nuestro lento caminar, tendrá que esperar en nuestros descansos y tropiezos.

Es muy reconfortante caminar acompañado, sin perder nuestra individualidad ni coartar al otro.

Comentarios

Entradas populares