Cómo Superar la Muerte de mi Padre: Una Guía de Tanatología para la Sanación
Independientemente de la edad, la figura paterna en la mayoría de los casos es aquella a la que recurrimos para sentirnos protegidos, pero cuando muere, esa posibilidad desaparece para siempre. Mi padre murió en el 2021, después de una larga enfermedad. Aunque fueron días muy difíciles, también tuve el privilegio de acompañarlo en sus últimas horas, lo que me permitió entender que ya era su momento, que no podía seguir sufriendo y que teníamos que dejarlo ir. Viví un duelo anticipado, desde el momento en que su doctora nos dijo que ya estaba muy cansado; además, yo estudiaba el diplomado en Tanatología y gracias a esto pude comprender el proceso por el que estaba pasando él y cada uno de nosotros.
Hablar de mi padre es hacer una introspección para saber lo
que representó en mi vida, lo que me enseñó y cómo, aunque ya no está físicamente,
si está presente en mí.
El padre es una de las primeras figuras de apego y seguridad
en la vida. Su muerte puede sacudir los cimientos de la existencia, sin
importar la edad. Cumple múltiples roles: proveedor, protector, confidente, modelo a seguir o fuente de sabiduría. Su
ausencia crea vacíos en muchas áreas de la vida diaria. La muerte de un padre a
menudo confronta a los hijos con nuestra propio fin, marcando un punto de
inflexión en la percepción del ciclo vital.
La estructura familiar se altera, cambia; los hijos nos sentimos huérfanos, incluso siendo adultos. Su partida puede sentirse como la pérdida de una parte importante de nuestra historia personal.
El duelo es personal
El duelo no sigue una secuencia fija y universal de
etapas, sino que es un proceso dinámico y profundamente personal. Sin embargo,
se pueden observar diversas manifestaciones:
Emocionales: Tristeza profunda, anhelo, shock
(especialmente si fue inesperado), rabia, culpa (por cosas dichas o no dichas, hechas
o no hechas), ansiedad, desesperación, alivio (si sufrió mucho), soledad
extrema, impotencia, miedo.
Cognitivas: Dificultad para concentrarse, confusión,
olvidos, pensamientos recurrentes sobre el padre o la muerte, incredulidad o sensación de irrealidad.
Físicas: Fatiga, problemas para dormir o exceso de
sueño, cambios en el apetito, dolores musculares, opresión en el pecho, dolores
de cabeza, problemas digestivos, sistema inmunológico debilitado.
Conductuales: Aislamiento social, irritabilidad,
búsqueda de recuerdos, llanto frecuente, hiperactividad o inactividad,
evitar lugares o personas asociadas al padre.
Espirituales: Cuestionamiento de creencias, búsqueda
de significado, fortalecimiento o debilitamiento de la fe.
Factores que Influyen en el Duelo
El duelo es complejo, su intensidad y duración pueden variar
según el vínculo que teníamos con el padre y la calidad de la relación, ya sea cercana,
distante o conflictiva, impacta profundamente el proceso. Un duelo por una
relación compleja puede ser más complicado. También influye como se produce la
muerte, una muerte súbita y traumática suele ser más difícil de procesar que
una muerte esperada tras una larga enfermedad, aunque ambas son dolorosas.
El dolor es profundo a cualquier edad, un niño, un
adolescente o un joven vive el duelo de forma diferente a un adulto. Contar con
una red de apoyo entre familiares y amigos o incluso asistir a un grupo de
apoyo nos permite enfrentar la muerte desde un lugar más seguro. Haber
experimentado otros duelos puede influir en la forma de afrontar este, ya que
tendremos herramientas para superar esta pérdida.
Las características individuales de cada persona también juegan
un papel importante, la personalidad y la presencia de algún desequilibrio
mental previo pueden determinar la forma en que enfrentamos esta ausencia. Además,
las tradiciones culturales y las creencias espirituales y/o religiosas sobre la
muerte y el más allá también influyen en la forma en que se
vive y se supera este duelo.
Según William Worden para integrar la muerte del padre debemos:
Aceptar la Realidad de la Pérdida: Asimilar que tu papá ha muerto y no regresará. Esto puede llevar tiempo, especialmente si la
muerte fue inesperada o violenta.
Experimentar el Dolor de la Pérdida: Date permiso de
sentir y expresar todas las emociones asociadas al duelo, a la pérdida que
estás viviendo sin evadirlas o reprimirlas.
Adaptarse a un Mundo Sin el Padre: Ajústate a los
cambios en la vida diaria, en los roles familiares, en la identidad personal, que
la ausencia de tu padre genera. Esto puede implicar aprender nuevas habilidades o
asumir nuevas responsabilidades.
Recolocar Emocionalmente al Padre y Seguir Adelante con la Vida: No se trata de olvidar, sino de encontrar una nueva forma de relacionarse con el recuerdo de tu padre, integrarlo en tu vida y permitir que la energía emocional vuelva a fluir hacia el presente y el futuro. La relación se transforma de una presencia física a una presencia interna de recuerdos y gratitud.
¿Qué hacer ante la muerte mi padre?
En el duelo necesitamos cuidado y autocuidado. Es importante
reconocer que el dolor es legítimo, valido y profundo. Date permiso para
experimentar todas las emociones que surjan sin juzgarlas. Llorar, enojarse, o
sentirse confundido está bien.
Busca apoyo: No te aísles. Habla con tus seres queridos
familiares y amigos, si el dolor es abrumador, o se prolonga de manera
insostenible, o sientes que no puedes funcionar en el día a día buscar la ayuda
de un tanatólogo o terapeuta especializado en duelo. También puedes unirte a un
grupo de apoyo para personas en duelo.
Cuídate: Intenta comer bien, dormir lo suficiente y
hacer ejercicio. Esto ayuda a mantener el equilibrio físico y mental.
Ten paciencia: El duelo lleva tiempo. No hay un plazo establecido para superarlo. Habrá días buenos y días malos. Vive
un día a la vez.
Si es posible, no tomes decisiones importantes como mudanzas
o cambios de trabajo drásticos durante el primer año de duelo.
Una forma muy íntima de vivir el duelo por tu papá en honrar
su Memoria: Encuentra formas significativas de recordarlo: escribir un
diario, crear un álbum de fotos, continuar con su legado, plantar un árbol o celebrar su vida.
La muerte del padre es una de las pérdidas más significativas y transformadoras que puedes experimentar. Representa no solo la ausencia de una figura primordial en tu vida, sino también la pérdida de apoyo, de un consejero, de un protector y, en muchos casos, una parte fundamental de tu identidad y de tu historia personal. Es un viaje doloroso, pero también puede ser un camino hacia un profundo crecimiento personal. Integrar esta pérdida no significa olvidar, sino aprender a vivir con su ausencia, manteniendo viva su memoria de una manera que te permita seguir adelante con tu propia vida, que es lo que él querría.
DUELO. Cuando la vida cambia en un instante
Marcela Barrera
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