Mitos de la infidelidad
Sin embargo,
encontramos una seria de mitos alrededor de la infidelidad, ideas que nos
confunden sobre este tema que daña profundamente a la pareja y a la familia.
- Primer Mito: Todos tienen aventuras. Las estadísticas nos señalan que la
frecuencia de la infidelidad es bastante pareja, el 50% de las parejas son
infieles contra el otro 50% que no lo son. Tradicionalmente se considera que
para el hombre es más fácil tener una aventura, sin embargo, en la actualidad
entre un 30 y 40% de las mujeres también las tienen. Las mujeres jóvenes son
más propensas a la infidelidad que las generaciones anteriores. Entre los jóvenes tanto mujeres y hombres
son igual de infieles, mientras que entre las personas mayores la infidelidad
es generalmente masculina. Aunque en más del 50% de las parejas hay
infidelidad, en muchas sólo ha ocurrido una vez, generalmente durante el último
año donde los problemas en el matrimonio son determinantes. Las personas
infieles ya sean hombres o mujeres piensan que todo el mundo es como ellos, en
muchos casos, es una conducta aprendida, si se criaron en una familia en donde
alguno de los padres era infiel.
- Segundo mito: Las aventuras le hacen bien al matrimonio. Esta idea la encontramos en películas
o revistas que venden fantasías sexuales, supone que los que son fieles
sentirán ira hacia su matrimonio pues coarta su libertad, esta creencia se basa
en que las personas son pasivo-agresivas y el matrimonio antinatural, lo que
los llevara a negociar una relación abierta o a mantener una vida secreta y sentir
enojo contra su pareja. La realidad es que la infidelidad es peligrosa para la
mayoría de las parejas. Generalmente una aventura provoca una crisis, tener un
afer con la idea de que eventualmente resolverá los problemas de pareja es una
forma muy tormentosa de solución. Una infidelidad causa mucho daño, una pareja
se puede recuperar, pero a costa de mucho sufrimiento y esfuerzo.
- Tercer mito: Las aventuras demuestran que ya no hay amor en
la pareja. Esta idea
se refiere a la persona infiel, más que a la persona engañada, sin embargo, si
alguien no ama a su pareja, una infidelidad es una manera muy complicada,
indirecta y cruel de decírselo, así como, un modo ineficaz de abordar los
problemas matrimoniales. En una relación de pareja encontramos un sinnúmero de
emociones que cambian con el tiempo, por lo tanto, la infidelidad no se trata
de una cuestión emocional, sino de abandonar y traicionar el compromiso con la
pareja, que está directamente relacionado con el sistema de valores del infiel.
Algunas personas establecen un compromiso muy frágil, fácil de romper, buscan
la emoción fugaz del enamoramiento y viven dando prioridad al instinto, lo que
les impide establecer un compromiso duradero con una pareja. En algunos casos
el tener una aventura rompe el vínculo y el apego hacia la pareja, por lo
tanto, el desamor no es la causa de la aventura sino la consecuencia de esta.
- Cuarto mito: El compañero de aventura es más “sexy” que la
pareja. El sexo está
implícito en un afer, sin embargo, no se eligen compañeros de aventura sólo por
sus habilidades sexuales. Generalmente entran en juego una serie de razones que
no establecen un patrón en estas elecciones, principalmente existe una
diferencia sustancial con la pareja y no necesariamente algún tipo de superioridad.
Una característica en estas relaciones es la disposición inmediata, en la
mayoría de los casos no se busca una alternativa al matrimonio sino un
suplemento.
- Quinto mito: La aventura sucede por culpa de la persona
engañada. Es decir,
el infiel convence al otro de que la responsabilidad es de él o ella y no suya
a partir de “tú me obligaste a hacerlo”. Es ovio que el responsable de esta
conducta es el infiel. Nadie puede obligar al otro a tener una aventura. Aunque
se intente convencer a la pareja para que caiga en una infidelidad lo más
probable es que terminen separándose o en terapia, los problemas de pareja
evidentemente son el resultado de la interacción y las conductas de los dos,
sin embargo, la decisión de cómo enfrentar una situación intolerable es 100%
una respuesta individual. En otros casos se puede considerar que la aventura es
un esfuerzo por llamar la atención. Por lo general la infidelidad termina cuando
deja de ser secreto, sin embargo, puede continuar después de que se descubre,
demostrando su existencia independiente del matrimonio, así el adulterio tiene
vida propia y sólo el infiel es quien puede ponerle fin.
- Sexto mito: Conviene ignorar la aventura de la pareja por
razones de seguridad. Las aventuras pueden darnos algún
tipo de mensaje, por ejemplo, que el infiel quiere salir de la relación, pero
no quiere asumir la responsabilidad de la ruptura. Ignorar las aventuras pone a
las personas en un lugar donde no admiten que tienen un problema y por lo tanto
no hacen nada para resolverlo. Cuando el afer termina la relación emocional y
sexual que continua será con la pareja, que para reestructurarse establecerá
ciertos límites, una distancia correcta en esta unión. En otros casos, después
de la aventura y de la solución de otros problemas se produce un estado de
proximidad excesivo en la pareja. Las aventuras amorosas prosperan en la
clandestinidad, el complot, las mentiras y el riesgo unen a los compañeros de
aventura, al tiempo que estas mentiras crean un malestar doméstico. El infiel
se siente ligado al que comparte su secreto e incómodo con su pareja a la que
le está mintiendo. El poder de la aventura radica en el secreto mientras que la
debilidad de la pareja está en evitar la solución de los problemas.
- Séptimo mito: La secuela inevitable de una aventura es la
separación o el divorcio. Sin duda una aventura amorosa genera una crisis en la pareja, después de
la cual esta relación puede mejorar o empeorar. En ocasiones la persona
engañada no puede continuar en esta “relación defectuosa”, en otras el infiel permanece
a prueba o bajo castigo por mucho tiempo. Por común que sea la infidelidad
comprende una ofensa grave contra la pareja. Las consecuencias de una
infidelidad están más relacionadas con la percepción de la persona engañada,
más que con la idea de la felicidad objetiva.
Las aventuras
no son una conducta normal, es un síntoma de algún problema, Son peligrosas y
pueden arruinar una relación fácilmente cuando ocurren en parejas que hasta el
momento han sido estables. Aunque un afer implica una relación sexual, no es su
finalidad habitual, además nadie puede obligar al otro a ser infiel. El secreto
siempre es el componente que alimenta la aventura, sin embargo, algunas
relaciones pueden sobrevivir a una infidelidad si se comprometen a superar la
crisis.
No hay una respuesta genérica ante una infidelidad algunas parejas se separan, otras se quedan juntas mientras que el infiel es eternamente castigado por su traición y otras más incluyen la falta como una crisis que les permite reestructurar su relación.
Acudir a un terapeuta de
pareja puede ayudar a sanar la relación, tanto si deciden separarse y necesitan
seguir teniendo un vínculo pues tienen hijos que no deben sufrir las
consecuencias de las conductas de sus padres, como si deciden permanecer en la
relación y superar las heridas causadas por la infidelidad.
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