Aceptando la Muerte: Un Viaje de Amor y Comprensión


 

¿Estamos preparados para enfrentar este momento?  ¿Le tenemos miedo a la muerte? o lo vemos como una parte del ciclo vital o quizá deseamos la muerte cuando la enfermedad nos persigue, nos lastima, nos limita física o psicológicamente.

La muerte es el resultado de varios factores por los que el cuerpo no es capaz de mantener las constantes para sustentar la vida. La muerte puede ser de varios tipos: cerebral, celular, orgánica, etc. El cuerpo se descoordina, se va apagando y poco a poco los órganos dejan de funcionar.

La muerte clínica es diagnosticada por un médico y se divide en tres procesos: Muerte de sistema respiratorio, al dejar de respirar el corazón se va deteniendo, ya no bombea oxígeno a las células. Muerte del sistema circulatorio finalmente no hay oxígeno en el cuerpo, luego se produce la muerte de la función nerviosa, el cerebro deja de trabajar. La muerte es un proceso irreversible, único, personal, universal, natural, definitivo y radical.

Cuando hablamos de la muerte pueden estar incluidos sucesos polémicos como el suicidio, el aborto, el homicidio, la pena de muerte o la eutanasia. O procesos naturales como la vejez y la enfermedad terminal. También hay que incluir los accidentes o los desastres naturales.

¿Cómo enfrentamos este momento? cuando sabemos que vamos a morir, podemos escoger el camino de la angustia, la desesperación y la depresión. Podemos tratar de aferrarnos a la vida propia o de un familiar, haciendo hasta lo imposible por prolongarla, aun cuando ya no exista con calidad de vida, es decir DISTANACIA.

Podemos escoger prepararnos para este momento, teniendo tiempo para despedirnos de los que amamos; de dejar nuestros asuntos en orden; de decidir sobre procedimientos médicos que nos puede prolongar o no la vida firmando una VOLUNTAD ANTICIPADA. Pero sobre todo, podemos aceptar el momento, adaptarnos al proceso, tratando de atravesar este momento en paz, aceptación y en armonía con nosotros y con nuestro entorno.

La muerte puede resultar un estado liberador, cuando nos enfrentamos a estados de enfermedad psíquica y física que nos llevan a vivir en el sufrimiento, el dolor y la desesperación. Sin embargo, no se trata de caer en el extremo de pensar en el suicidio tratando de huir de esta vida. Todos tenemos un tiempo, un ciclo que cumplir y debemos respetarlo. También puede representar el fin de todo lo que tenemos, pues si algo es cierto es que no nos podemos llevar nada.

Hay muchas ideas diferentes respecto a lo que pasa después de la muerte, para algunos no va a pasar nada, simplemente es el final de todo. 

Otros creen que se conservan algunas facultades a través del espíritu, que pasa a un estado de conciencia y de realidad mayor. 

Para los cristianos la muerte es el fin de la permanencia física en este mundo y nos permite reencontrarnos con Dios. 

Para los judíos la muerte es el fin de la vida en este mundo, pero no es el final, el ser humano se transforma en algo más y pasa a otro nivel. La costumbre de los judíos de colocar piedras sobre las tumbas es la manera que tienen de recordar a sus familiares y amigos, pero también es una manera de combatir el olvido, de decir a sus seres queridos no los han abandonado. 

Para los tibetanos la muerte es una forma de enseñanza, es la oportunidad de encontrar paz y confianza interior, basada en la fe, en la aceptación de la muerte, en la comprensión de que el sufrimiento y el dolor forman parte de un proceso natural de purificación. Fieles a la tradición budista, creen que hay otra vida después de la muerte. De ahí su visión tan diferente de la vida.

En la actualidad estamos acostumbrados a negar la muerte, que solo significa pérdida. Esto nos lleva a vivir negando la muerte, a tener siempre miedo de ella o incluso a tomarla a la ligera. Con esta visión la vida moderna carece de sentido profundo, siempre dependiendo de aspectos y cosas materiales, que como dije no nos podemos llevar. 

Es todavía más penoso, vivir muerto en vida, sin disfrutar a nuestros seres queridos, o un cielo lleno de estrellas, un atardecer o el sonido del mar. De nuestra canción favorita, libro o película favorita. Tenemos que darnos tiempo de disfrutar la vida. Aceptar la muerte nos permite valorar la vida.

Las personas que se encuentran a las puertas de la muerte necesitan amor, cuidados, pero sobre todo acompañamiento. Hablo de CUIDADOS PALIATIVOS que implican atención física para controlar el dolor y los síntomas refractarios, ayuda psicológica y espiritual para alcanzar la paz que les permita enfrentar y comprender este proceso natural, tanto para el enfermo, como para su familia, que enfrentará un duelo ante la muerte. Tener una MUERTE DIGNA, sin sufrimiento físico o psicológico debería ser un objetivo y derecho para todos.

Elisabeth Kübler-Ross nos dice que con amor incondicional y una actitud más comprensiva, morir puede ser una experiencia serena e incluso transformadora. Y si los que nos quedamos podemos acompañar y experimentar serenidad y paz en este proceso de los que amamos, seguramente nos quedaremos más tranquilos y tendremos más capacidad de aceptación ante la muerte propia y ajena.

Es muy triste que empecemos a apreciar la vida cuando estamos a punto de morir. Es cuando queremos hacer todo lo que no hicimos antes, cuando buscamos perdón y reconciliación, cuando empezamos a disfrutar de las cosas simples.

Quiero hacer un especial reconocimiento a todos aquellos papás, que después de despedir a un hijo encuentran fuerzas para seguir viviendo, para levantarse todos los días y continuar viviendo desde esa tristeza profunda.

La muerte no debe ser ni deprimente ni emocionante, es sencillamente un hecho de vida. Es impresionante darnos cuenta de que no estamos preparados para la muerte y la mayoría vamos a llegar a ese momento sin conocimiento y aceptación, pero es escalofriante darnos cuenta de que tampoco estamos preparados para disfrutar y honrar la vida ahora que la tenemos.

Disfrutemos y celebremos la vida, la propia, la de los que amamos, la de los que están y la de los que sólo se nos adelantaron.


Marcela Barrera







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