¿Estás en Duelo o en Depresión?
Todos
nosotros podemos experimentar ocasionalmente
procesos en los que nos sentimos tristes, melancólicos, sin energía, con ganas de llorar, irritabilidad, distracción, falta
de sueño y de apetito. Pero cuando estos episodios interfieren con nuestro
desempeño en la vida diaria y se prolongan por varios días o incluso meses
podemos estar atravesando un proceso de Duelo o de Depresión.
El
Duelo es el proceso psicológico que se produce a partir de una pérdida.
Etimológicamente significa duellum o combate y dolus o dolor. Es la reacción
ante la pérdida de algo significativo, desde la muerte de personas significativas,
cosas, una relación, el trabajo o la salud. Es una experiencia emocional humana única y dolorosa.
Cuando enfrentamos y superamos esta pérdida lo llamamos elaboración del duelo y conduce a
la necesidad de adaptación a una nueva situación, sin lo que hemos perdido.
El
duelo es un sentimiento doloroso, que se puede presentar en cualquier etapa de
la vida.
Cuando
atravesamos situaciones difíciles en la vida, como la pérdida de algún ser
querido, o del trabajo, de la posibilidad de seguir estudiando, de algunos
objetos que consideramos muy valiosos; de la seguridad o la libertad, lo más
seguro es que caigamos en un proceso de Duelo y no de depresión, en este
estado también se ven afectados nuestros estados de ánimo y la afectividad que
se manifiesta como tristeza, con la diferencia de que aquí si estamos
experimentando una pérdida real.
Hay
que mencionar que el proceso de duelo incluye cambios muy significativos en las
actitudes, comportamientos, pensamientos y en la vida.
En
el duelo hay que entender que las pérdidas son parte natural de la vida, que es
un proceso que lleva tiempo, sin embargo nos puede ayudar a crecer y a transformarnos.
En el duelo podemos experimentar los siguientes síntomas:
Sentimientos:
Tristeza, enojo, culpa, ansiedad, soledad, fatiga, impotencia, shock, negación, negociación y finalmente aceptación
Sensaciones
físicas:
Vacío en el estomago, opresión en el pecho y en la garganta,
hipersensibilidad al ruido, falta de aire, debilidad muscular, falta de
energía, sequedad en la boca.
Cogniciones: Incredulidad, confusión, preocupación.
Conductas: Trastornos del sueño y la alimentación,
distracción, aislamiento social, sueños con el suceso, hiperactividad, llanto.
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que implica un sentimiento persistente de tristeza y pérdida de interés. Es diferente de las fluctuaciones del estado de ánimo que las personas experimentan habitualmente como parte de la vida.
Cuando
hablamos de un episodio depresivo mayor, en los niños o adolescentes puede
manifestarse con irritabilidad, se
experimenta pérdida de interés en todas
o casi todas las actividades, este estado se mantiene durante dos semanas como
mínimo y puede prolongarse durante mucho tiempo. Hay otros síntomas que se
presentan en este estado como la alteración del apetito, que llevan a cambios en el peso,
alteraciones del sueño, agitación o disminución psicomotriz, disminución de
energía, sentimientos inadecuados de inutilidad o culpa, dificultades en la
concentración, ideas recurrentes de muerte.
Se diagnostica como depresión cuando no hay un factor orgánico que este
provocando dicho estado o cuando esta reacción no sea consecuencia de una
perdida afectiva.
Una
persona con sentimientos depresivos, de malestar, o desesperanza y desánimo
como si “estuviera en un pozo”, y aunque la persona niegue estar deprimido se
manifiesta en su expresión facial triste. El interés por las actividades que
antes le atraían ahora ha disminuido, siente que ya nada le importa, generalmente
los familiares advierten un retraimiento
y el abandono de las actividades que antes le gustaban.
También
se presentan alteraciones en el apetito, normalmente disminuyen, pero también
es posible que aumente. Se acompaña de
alteraciones en el sueño, principalmente
el insomnio, aunque también pueden presentar periodos de sueño prolongados.
La
agitación psicomotora se puede manifestar de varias formas: incapacidad para
permanecer sentado, caminar constantemente, retorcer las manos, manejar
constantemente el cabello, o algún objeto;
en cambio la disminución psicomotriz puede notarse con el lenguaje
lento, conversación monótona, movimientos corporales lentos. Casi siempre
disminuye el nivel de energía y se manifiesta como fatiga constante.
Los
síntomas que acompañan este estado pueden incluir llanto, ansiedad,
irritabilidad, pensamientos incontrolables, excesiva preocupación por la salud
física, crisis de angustia o fobias.
Cuando
hablamos de niños es común que se quejen de síntomas físicos y que estén muy
inquietos, también pueden experimentar angustia al separarse de sus padres.
En
el caso de los adolescentes pueden presentar conductas antisociales y abusar
del alcohol u otras sustancias, son
comunes los deseos de marcharse de casa,
sentimientos de falta de comprensión o aprobación, inquietud, mal humos,
agresividad. No quieren participar en actividades familiares y sociales siendo
frecuente que se encierren en su cuarto.
Son frecuentes los problemas escolares, la falta de cuidado en su
aspecto físico y en especial sensibilidad al rechazo en las relaciones
amorosas.
Aunque
en los episodios depresivos, el nivel de deterioro varía, siempre hay alguna
interferencia en la vida laboral y o social. Sin embargo si el deterioro es muy
grave la persona puede ser totalmente incapaz de realizar actividades
laborales, sociales, también podría tener dificultades para alimentarse o
mantener su higiene personal.
Algunas
circunstancias que puede provocar depresión son una enfermedad crónica, el
parto, la dependencia del alcohol u otras sustancias adictivas, un episodio de
estrés psicosocial como la muerte de un ser querido o un divorcio.
Cuando
estos estados se presentan con una gran intensidad y empiezan a dominar
nuestras vidas, nos sumergimos en estos procesos y no tenemos la capacidad para
salir solos de ese estado y cuando se prolongan mucho tiempo y nos dominan, es muy probable que necesitemos ayuda
profesional para lograr superar estas etapas permitiéndonos adaptarnos a los
cambios y nuevas condiciones de vida que estamos experimentando.
Adaptarse a las pérdidas es aprender a vivir desde otra perspectiva.
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